26/7/11

Soledad y muerte

Sabía que dolería, pero era inminentemente necesario, tenía que arrancar esas ideas de su mente, era necesario para no volver a caer en aquel abismo, no tenía opción, tenía que convertirse en asesino de falsas esperarnzas.

Encerrado en un cuarto pentagonal, lleno de espejos, para poder observar todas sus caras, todos sus rostros(todos sus fantasmas), rostros del presente, rostros del pasado, rostros de mentira, rostros de verdad, rostros de certeza y rostros de engaño.

Al igual que cometas en mes de agosto revoloteaban entorno a su cabeza, ideas sujetas al pensamiento por finos hilos de conciencia. Conversa con cada rostro, aunque en realidad es una conversación consigo mismo, hablan sobre cansancio y cierto peso sobre los hombros de que forma consciente o inconsciente (ya no lo recuerda) decidió acumular. Se le ha vuelto muy difícil articular las palabras, establecer conversaciones. Siempre que lo intenta las únicas palabras que puede escupir son soledad y muerte.


Y lo único que siente... VACIO... silecioso y espelusnante vacio, todo eso es como asistir al funeral de los sonidos.

En su última partitura priman los silencios.
Retoma tu guitarra, traza un nuevo pentagrama, añade nuevas figras (musicales, literarias, humanas), y si en realidad ya no puedes más... suelta todo y lárgate... o conviertete en el papalote al que Silvio canta.

Efectivamente se conviertió en un asesino de FALSAS esperanzas, que nacieron de muerte, de sueños que murieron de hambre.


Sé que no necesito un cuarto con espejos para verlo todo... Solo necesito conversar con mi cerebro.