29/11/11

Una Historia sin sentido

Parte del crédito por la historia a Josue Sebastian

Estaba ahí, como todas las mañanas desde hace tres años, en la misma parada de bus con su mirada en la nada, sin inmutarse por el ruido que empezaba a acosar a la ciudad en cada despertar. Ella siempre tan ausente... tan sin tiempo.

Él, la observaba siempre desde su ventana sin poder comprender que mágica cápsula la envolvía volviéndola tan especial. Verla era como perderse en medio de un desierto o en medio de un denso bosque, sensación pacífica y angustiante, tétrica y anhelante.

En una conversación familiar, de esas que surgen cuando llega la noche y la mente descansa, por boca de uno de sus hermanos se enteró que aquella mujer que tanto le cautivaba no poseía uno de sus sentidos... la joven muchacha no escuchaba. Eso explicaba muchas de las cosas que en ella podía observar, muchas de las cosas que ella le inspiraba.

Tal información causó gran impacto en él y llegó a sentirse más atraído a esa figura frágil e intocable, era como un ángel y las palabras no le servirían para alcanzarla. Se quedó dormido mientras pensaba... la verdad nunca pude saber en que pensaba.

Al día siguiente simplemente despertó, se preparó para ir a la universidad, no miró a la ventana. Salió de su casa, cruzó la calle y se dirigió a la parada de bus. Ahí estaba ella. Tomó su mano y la besó. Fue con su mano hacia su rostro y lo acarició. miró sus ojos y con la mirada le habló. Y en su boca un beso sabor a chocolate dejó.

Ella nunca olvidará a ese hombre con olor a madrugada que sin una sola palabra de por medio conoció.