El compositor imaginó que podía escribirle una canción eterna pero las notas musicales poco a poco se le iban
agotando, la melodía se iba convirtiendo en ruido, en silencios… silencios
lastimeros que le herían más allá de los sentidos.
EL escritor imaginó poder
escribirle un poema eterno pero las palabras poco a poco se le iban agotando,
la magia de sus palabras se iban convirtiendo en abismos, abismos que solo eran
visibles más allá de los sentidos.
El fotógrafo creyó que podía
capturarle una imagen bella de manera eterna pero poco a poco las imágenes se
le iban agotando, la belleza de sus imágenes se iban convirtiendo en horribles manchas del mundo, manchas perceptibles para quien deja de creer en sus
sentidos.
¿Qué hago ahora con estos
silencios, con estos abismos y con estas manchas del mundo? ¿Los incinero? ¿Les
hago un altar? ¿Les construyo una habitación en mi pecho?
No… Simplemente los uno a la
colección y continúo caminando hasta que esta nueva eternidad llegue a su fin.
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