mantos de soledad
se adueñan de nuestro amor
y de nuestros demonios.
Y esta soledad atemporal
quizá breve, quizá eterna
nos deja ausentes,
huérfanos de ti.
Como personajes sin historia
quedamos a la deriva.
Ahora viajas a través
de tus mágicas historias
y a nosotros
nos dejaste la realidad.
Pero vivirás,
nacerás todos los días
cuando la voz del mundo
pronuncie tus palabras,
estas, como viejo conjuro
te regresarán a la vida.
Porque sin duda
la palabra,
la palabra,
la que te amó y amaste,
te hizo eterno.
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